Somos una asociación de Iglesias de la Alianza Cristiana y Misionera localizados en Japón.
Estamos trabajando juntos en el alcance con las Buenas Nuevas de Jesucristo, a la comunidad hispanoamericana y Japonesa.
Trabajando con la finalidad de que la Biblia, el mensaje de Dios, sea claramente entendido.
Y estableciendo Iglesias Cristianas en español en Japón, fundamentadas en la verdad de la Biblia.
Y estamos buscando la mejor manera posible para alcanzar a la gran cantidad de Japoneses que nos rodean, en la obediencia al cumplimiento de la Gran Comisión, establecido por el Señor Jesucristo
La Alianza Cristiana y Misionera es una "Alianza" de creyentes que se reúnen en iglesias locales, comprometidos en cumplir los términos de la Gran Comisión dada por el Señor Jesucristo en Mateo 28:19 y 20:
"Por tanto id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles todas las cosas que yo os he mandado"
Somos Cristianos porque creemos y seguimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador.
Somos misioneros porque tenemos el compromiso de alcanzar a los perdidos con las buenas nuevas del Señor Jesucristo.
La Alianza hace énfasis en la necesidad de una genuina conversión espiritual a Jesucristo, en la llenura del Espíritu Santo en la vida, y en un servicio efectivo.
Predicamos un mensaje Cristo céntrico cuando expresamos que Jesucristo es nuestro Salvados, nuestro santificador, nuestro Sanador y Nuestro Rey que viene.
La Alianza Cristiana y Misionera debe su existencia a la visión de Alberto Benjamín Simpson (1843-1919), un ministro presbiteriano que abandonó una acaudalada congregación en Nueva York para pastorear, en cambio, las masas desposeídas de esa misma ciudad.
Según describe el propio Simpson: "...Por lo tanto, después de tres años de gran compañerismo y perfecto entendimiento con estas queridas personas, y sin que mediasen desacuerdos de ninguna clase, les dije francamente que Dios me llamaba para un trabajo diferente, y pedí al Presbiterio de Nueva York que me dejase en libertad con el propósito de llevar el evangelio a las masas" (A. E. Thompson, A. B. Simpson, His Life and Work, Christian Publications.)
Alberto Benjamín Simpson nació en la Isla Prince Edward (Canadá) el 15 de Diciembre de 1843. Fue dedicado al Señor mediante las oraciones de John Geddie, el pastor de la familia, quien fuera él mismo, más tarde, un gran misionero conocido por su labor en las islas Nuevas Hébridas, en el Pacífico Sur.
En 1847, la familia Simpson se trasladó a la provincia de Ontario, donde adquirieron una granja. Allí, Alberto recibió la influencia espiritual de la estricta tradición calvinista y puritana de la Iglesia Presbiteriana Escocesa, influencia que fue balanceada por la lectura de la obra de Walter Marshall acerca del Misterio Evangélico de la Salvación, la que llevó a este joven de 15 años a comprender los conceptos de salvación y de santificación cristianos.
Al terminar sus estudios escolares, hizo clases durante un tiempo, con el fin de reunir el dinero necesario para poder matricularse en el Colegio Knox de la Universidad de Toronto, graduándose a los 21 años, luego de lo cual fue recibido como pastor de la Iglesia Presbiteriana de Knox, en Hamilton, Ontario.
Después de ocho años de ministerio exitoso y de haber ganado 750 nuevos miembros para su iglesia, se decía de él que era mejor que ningún otro en cuanto a elocuencia, habilidad y éxito en su labor ministerial. (A. E. Thompson, A. B. Simpson, His Life and Work, Christian Publications.)
A la edad de 32 años, en Diciembre de 1875, Simpson fue llamado a ocupar el púlpito de la mayor iglesia presbiteriana de Louisville, Kentucky, la iglesia presbiteriana de la calle Chestnut. Allí se embarcó en un esfuerzo evangelistico a nivel de toda la ciudad, que le sirvió para apreciar la trascendencia del ministerio evangelistico.
Al cabo de cinco años allí, su atención fue atraída por las masas de inmigrantes recién llegados a la ciudad de Nueva York, fundando una misión junto a las puertas de la Iglesia Presbiteriana de la calle Trece, donde, después da haber llevado hasta el Señor una cantidad de más o menos 100 inmigrantes italianos, la congregación le sugirió que buscara otra parte para proseguir este ministerio. En consecuencia, Simpson, dándose cuenta que Dios lo llamaba a un "ministerio diferente", dejó su cargo para dedicarse de lleno a su labor con las masas de Nueva York.
El llamado de Dios en la vida de A. B. Simpson dio como resultado una doble visión. Por una parte, su concepto de la totalidad y de la centralidad de Cristo en la doctrina, dio origen a lo que ha sido llamado el "evangelio cuádruple" : Jesucristo es nuestro Salvador, Santificador, Sanador y el Rey que viene, fórmula que es compartida también por las Asambleas de Dios y por las iglesias del Evangelio Cuádruple.
En segundo lugar, la visión de las almas perdidas y de la gente que perece sin Cristo, le impulsó a enviar los primeros equipos de misioneros al Congo. La creencia y la estrategia de Simpson era hacer que las personas llenas del Espíritu Santo se convirtieran en siervos activos de la obra del Señor.
El resultado de estas dos visones fue el desarrollo de un mensaje centrado en Cristo y en la extensión del ministerio más allá de la iglesia local en lo que hoy día es la Alianza Cristiana y Misionera.
Un testimonio perdurable por A.B Simpson fundador de ACM "El Mismo"
BIBLIOGRAFÍA
Hartzfeld, David F., y Charles Nienkirchen, eds., The Birth of a Vision, (Beaverlodge, Alberta: Buena Books, 1986). Una excelente exposición sobre varios aspectos importantes de la visión y escritos de Simpson
Nienkirchen, Charles W., A.B. Simpson and the Pentecostal Movement, (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1992). Aunque enfocado en el interés y preocupación de Simpson por los movimientos pentecostales de su época, es muy valioso por el análisis del proceso de desarrollo espiritual de Simpson.
Pardington, George, Twenty-five Wonderful Years 1889-1914, (New York: Christian Alliance, 1914). Es el relato oficial de los primeros 25 años de existencia de la Alianza. (No está en prensa)
Thompson, A.E., A. B. Simpson, His Life and Work. Christian Publications. (No está en prensa)
Tozer, A.W., Wingspread, (Harrisburg, Christian Publications, 1943). Una lectura espiritual de la vida, época y ministerio de Simpson.
Las enseñanzas de Simpson enfatizaron cuatro roles de Cristo que están representados como emblemas en el logo de la AC&M. Se puede resumir como "Jesucristo es nuestro Salvador, Santificador, Sanador y el Rey que viene".
“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos” (Hechos 4.12).
Creemos que Jesucristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras. Que somos redimidos por su sangre preciosa, justificados por su muerte y resurrección, hechos justos por su justicia, y aceptados en su Nombre.
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” (2 Pedro 1.3).
La Santidad es el Señor Jesucristo mismo. Él mora en nuestro corazón y camina en nuestros pasos de tal forma que vivimos como él vive. Esto nunca sería posible si ministráremos en nuestro propio orgullo o autosuficiencia, porque antes de poder recibirlo, tenemos que llegar al fin de nosotros mismos y nunca llegar a ser autosuficientes fuera de Cristo. Tal santidad significa vivir una vida de dependencia completa, a Cristo solo, en todo momento. Creemos en el Espíritu Santo de Dios y en su llenura, único medio por el cual podemos llevar una vida cristiana santa y victoriosa.
“Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados” (Santiago 5.15).
El Señor Jesús, para sus hijos que son creyentes y obedientes, ha comprado y provisto fuerza física, vida, y sanidad tan gratuitamente como las bendiciones espirituales del evangelio. Él tomó sobre sí mismo nuestras enfermedades igual como nuestros pecados, y de su vida resucitada y su toque viviente, nuestra fe puede recibir salud y fuerza hasta cumplir nuestra tarea aquí.
“Veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, u viniendo en las nubes del cielo” (Marcos 14.62).
El Señor Jesús viene otra vez personalmente a la tierra. Esto no es una venida meramente espiritual al morir o una experiencia más profunda con el Espíritu Santo, o en la prédica del evangelio por todo el mundo, sino, es la venida del Señor mismo, tan literal y personalmente como cuando él se fue.
El globo representa nuestra misión en el mundo.
El Señor urge a sus seguidores: “de gracia recibisteis, dad de gracia.” al mismo tiempo que los envía a predicar su palabra por todo el mundo. Este llamado continuará hasta que el evangelio, mediante los esfuerzos de su Iglesia, haya alcanzado a todas las naciones y él vuelva nuevamente. “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin”. (Mateo 24:14)